La intervención experimental se realizó en el Reino Unido. El niño había atravesado cirugías previas a corazón abierto sin éxito. Qué se espera para el futuro del tratamiento.
La primera vez que el pequeño Finley se sometió a una intervención quirúrgica tenía sólo cuatro días de vida, a causa de una cardiopatía congénita su salud corría serio peligro y los médicos lo operaron en un cirugía a corazón abierto que se extendió por 12 horas. Desde ese momento se inició un dramático camino de complicaciones cardiovasculares y largas internaciones en terapia intensiva. Hasta que una nueva opción terapéutica abrió una luz de esperanza.
Las cardiopatías congénitas son un grupo de alteraciones estructurales producidas por defectos en la formación del corazón durante el periodo embrionario. En el Reino Unido, utilizaron por primera vez células madre del cordón umbilical de una persona donante para inyectarlas en el corazón de Finley, el bebé que sufría una insuficiencia cardíaca grave.
La intervención fue difundida por la Fundación del Corazón Británica, pero aún no fue reportada en una revista con revisión de pares. Se espera hacer un ensayo clínico dentro de dos años para comprobar la eficacia y la seguridad de la potencial terapia.
El equipo del profesor Massimo Caputo realizó la intervención experimental en el bebé que hoy tiene 2 años y nació en la localidad de Corsham, Wiltshire, en el Reino Unido.
Desde su nacimiento, el bebé había sido diagnosticado con una cardiopatía congénita poco frecuente, llamada “transposición de las grandes arterias”. El trastorno consiste en que las dos arterias principales que suministran sangre a los pulmones y al cuerpo están en posiciones incorrectas.
Cuando el bebé tenía cuatro días de vida, los médicos lo operaron por primera vez a corazón abierto para devolver las grandes arterias a su posición normal. La madre del bebé, Melissa Hudd, explicó: “Todo sucedió muy deprisa después del parto. Fue un shock descubrir que Finley tenía una cardiopatía y que necesitaba una operación a corazón abierto. Cuando nació, sólo pude tomarle la mano unos segundos en la incubadora antes de que se lo llevaran a la ambulancia”.
En ese momento, el bebé fue operado durante 12 horas. Salió por fin de la operación, pero dependía de una máquina que se encargaba de la función de su corazón y sus pulmones. Esa operación tuvo complicaciones y la función cardiaca del bebé se deterioró considerablemente.
Los médicos probaron varios tratamientos, pero el bebé siguió internado en cuidados intensivos durante muchas semanas, dependiendo de fármacos y de un respirador para mantener su corazón en funcionamiento.
Como último recurso, el profesor Caputo propuso entonces la intervención experimental. Utilizó células madre de un donante para inyectarlas directamente en el corazón del bebé durante una segunda intervención quirúrgica, con la esperanza de que ayudaran a crecer a los vasos sanguíneos dañados para aumentar el suministro de sangre al lado izquierdo de su corazón.
”A las dos semanas del tratamiento con células madre notamos un cambio en Finley. Volvió a casa por primera vez cuando sólo tenía 6 meses con una máquina que todavía le ayuda a respirar por la noche”, contó la madre.
El doctor Caputo, catedrático de Cirugía Cardiaca Congénita de la Fundación Británica del Corazón en el Instituto del Corazón de Bristol, en la Universidad de Bristol, declaró: “Durante años, las familias han acudido a nosotros preguntando por qué sus hijos tienen que ser operados del corazón una y otra vez”.
Aunque cada operación puede salvarles la vida, “la experiencia puede suponer un estrés increíble para el niño y sus padres. Creemos que nuestros parches de células madre serán la respuesta para resolver estos problemas”, sostuvo el médico.