Indudablemente el presidente debe sentir que amigos de toda la vida como Nancy Pelosi y Barack Obama le fallaron, sobre todo, el último, de quien fue un leal escudero durante ocho años. Trump cuenta ahora con ventaja, pero el resultado puede ir desde un triunfo estrecho a uno donde arrase
El comunicado decía: “Si bien mi intención ha sido buscar la reelección, creo que lo mejor para mi partido y para el país es que me retire y me concentre únicamente en cumplir con mis deberes como presidente durante el resto de mi mandato”, agregando que pronto hablará a la nación. Apoya a la vicepresidenta Kamala Harris, en lo que es el inicio de la búsqueda del candidato, aunque la primera posibilidad la tiene ella.
Será la primera vez desde 1968, también en Chicago, que la decisión quedará entregada a una Convención partidaria y no a primarias, y en el caso de Biden fueron 24 días de intensa presión con una cascada de peticiones para su renuncia desde su mal desempeño en el debate presidencial del pasado 27 de junio, cuando todos los problemas de salud física y mental quedaron el trasluz, aunque para algunos el derrumbe se inició días antes, cuando Barack Obama lo conduce a la salida después que las cámaras registraran que estaba desorientado en una velada de recolección de fondos, conducida por George Clooney.
No se sabe cuántos competidores le saldrán al paso a Harris entre los demócratas, y aunque hoy sea ella la más fuerte no la tiene fácil, ya que tiene que superar problemas como estar por debajo de Biden en varias de las encuestas contra Trump, además que según las mismas, son más los que desaprueban su cometido como vicepresidente que los que están conformes, destacándose que no lo habría hecho bien cuando se le encargó el tema inmigratorio como también que su desempeño como precandidata no fue bueno en 2020, debiendo retirarse con bajo apoyo.
Coincide además con el mejor momento de Trump, no solo ahora, sino desde 2016, y la primera decisión de los demócratas será si trasladan todas las reservas de dinero (alrededor de US$80 millones) a su campaña o si se destina parte importante de ello a respaldar a representantes, senadores y gobernadores, que hoy también se sienten amenazados por el momento post atentado de Trump, aunque en términos legales, solo Biden y ella pueden disponer de ese dinero hasta que el partido no tenga un candidato oficial, aunque así como renunció a su candidatura también puede trasladarle el manejo del dinero.
Sin embargo, lo primero que necesitan hacer es restablecer las confianzas internas, profundamente afectadas por la forma en que BIden fue apartado. Todo indica que está muy molesto al igual que su entrono íntimo, familiar y de colaboradores, ya que la forma no la consideran limpia, y algo de eso hay, ya que hay formas y formas, algunas más elegantes que otras, que son estética y hasta moralmente criticables.
En lo personal, por trasparencia comparto que pienso que el gobierno de Joe Biden fue deficiente, sobre todo, en lo internacional. Creo que lo que culminó con la renuncia, se inició cuando las encuestas sistemáticamente y en forma creciente, antes del atentado, mostraban que se podía perder la elección, no solo la del presidente, sino también el Congreso y la mayoría de las gobernaciones.
Creo que no basta con decir que “la política lo requería” ya que pienso que en ella también hay espacio para la nobleza y los principios, existiendo valores que siempre deben ser respetados.
Aunque no me había sentado a la computadora, creo que en mi cabeza esta columna ya estaba escrita, toda vez que mentalmente la empecé hace algunos días, cuando todos sabíamos lo que iba a pasar, que el guión escrito por amigos, quizás hoy examigos de su propio partido, contenía este final, ya que era imposible que el candidato sobreviviera a tanta presión. Joe Biden, el destinatario, puede ser un hombre afectado por cuotas de amargura, por mucho que llevara casi medio siglo en la primera división de la política estadounidense, ya que todavía no debe entender bien lo que le pasó, cuando apenas terminaba el desafortunado debate con Trump, en un acto de gran coordinación, en todos los medios que apoyaban su candidatura, desde escritos a la televisión, y en redes sociales, apareció la misma petición de renuncia por parte de periodistas, comunicadores y políticos, muchos de los cuales se llamaban “sus amigos”.
Biden apoyó a su vice Kamala Harris para que sea la candidata demócrata en las elecciones de noviembre (REUTERS/Hannah Beier)
En un país donde todo se sabe, la pregunta ahora o en el futuro cercano, va a ser quién tenía el poder suficiente para actuar como titiritero. Indica algo que se creía que no existía a este nivel, la lógica de partido definiendo todo e imponiéndose a todo.
Lo que le hicieron, a mi juicio, solo fue superado por lo que pasó en los medios de comunicación, para mí una de las peores desilusiones que he sufrido desde que me radiqué el año 2019 en EE. UU. que para mí tenía el mejor periodismo, y que, al parecer, en opinión que he compartido más de una vez con ustedes, hoy ya no existe, ahogado igual que el resto del debate público en la polarización, en la emoción más que en la razón.
Antes le había pasado algo similar al exgobernador Cuomo de Nueva York, donde por la narrativa de la pandemia, también se ocultó información sobre situaciones que lo afectaban, tanto por camaradas de partido, y, sobre todo, por los medios de comunicación. El resultado fue que cuando se superó la urgencia sanitaria y Trump ya no estaba en el gobierno, tanto periodistas como políticos se lanzaron en contra del gobernador, apareciendo como una sorpresa lo que había sido ocultado. Igual que en el caso de Biden, la información que fluyó esta vez sin control, e impulsada también por camaradas de su propio partido, terminó provocando su renuncia, arrastrando también a su hermano, periodista estrella de CNN.
La moraleja y el consejo es uno solo, en democracia nadie gana cuando se suprime información, y eso se aplica tanto a Cuomo como a Biden, quien ahora tiene que dedicarse solo al gobierno, pero con seguridad, su salud va a estar aún más resentida y probablemente, su vida futura después de la Casa Blanca va a ser más retraída, alejada de algunos contactos externos y acortada en años. Fue la tormenta perfecta, después de ser convencido de un debate que nunca debió haber tenido lugar, no al menos como se encontraba Biden, visible para todos los que quisieran verlo, dada la forma como circulaban sus problemas en redes sociales o mostrada en otros países, después de visitas oficiales.
Tal como decía el Chapulín Colorado, todo habría sido “fríamente calculado”, a partir de lo que aparecía en las encuestas y después de algunos fracasos, como procesos judiciales, que en vez de horadar el apoyo a Trump sorpresivamente lo fortalecieron. Con posterioridad al debate, surgieron trascendidos y confidencias de quienes se decían cercanos, que confirmaban aún más la petición de renuncia, aunque no acompañaran nueva información.
Por lo demás, la forma en que fue obligado a renunciar tampoco va a ayudar en la imagen de derrota que deja, como tampoco va a detener las investigaciones que se anuncian en la Cámara de Representantes sobre el tema de negocios familiares de su hijo Hunter que lo involucrarían.
En la forma como se forzó su renuncia, hay aristas éticas pero también sobre la democracia, ya que las primarias se llevaron a cabo cuando tenía los mismos problemas de salud, y que se le dice ahora a quienes votaron allí, toda vez que quienes ahora renegaron de su persona en el partido, son los mismos que negaron en medios de comunicación y en la política, que tuviera algún problema, posibilitando una situación muy alejada de la tradición estadounidense, como que fuera prácticamente candidato único, y que no le permitieron participar a Robert Kennedy Jr.
Para la campaña de Harris o de quien sea en definitiva el o la candidata demócrata, va a existir el problema que, si Biden no está en condiciones de enfrentar una campaña, como entonces va a encabezar el manejo de los códigos nucleares ante las amenazas de Putin o decisiones de gobierno en temas que dividen al país como Ucrania o Gaza, en momentos donde además la disuasión del país se encuentra en franco retroceso.
Pese a su gran amistad, Obama fue uno de los que pidió que Biden retirara su candidatura (REUTERS/Kevin Lamarque)
Quizás no solo sus rivales internos, a partir de ahora en control del partido, van a ser cuestionados, sino también familiares y entorno cercano, que crearon un muro alrededor, pero que podría haber sido hecho pensando en ellos más que en la víctima.
¿Estarán ellos comparando lo que le pasó a Biden con lo que le ocurrió a Julio César en el senado romano? Probablemente no, ya que al menos Joe Biden sobrevivió y no fue apuñalado. ¿Hubo un Marco Bruto? ¿O desde otro punto de vista, se tomaron decisiones presidenciales por parte de alguien que no le correspondía legalmente, lo que sería delito? En todo caso, si así fuera, la reciente decisión de la Corte Suprema sobre presunción de inmunidad presidencial le da a Biden un marco protector que antes no tenía, y lo ponemos en tiempo pasado, ya que es de suponer que, a partir de ahora, su situación mental y física se va a trasparentar.
En todo caso, aunque no en forma inmediata, si puede darse un saludable debate sobre el rol del dinero en democracia, tema donde EE.UU. tiene una lucha permanente y que al parecer siempre pierde, ya que, en esta historia, un rol decisivo lo tuvo la congelación de la plata que aportaban donantes, hecho clave para que la candidatura fuera considerada inviable, tanto por la elite partidaria como por el propio Biden.
Por lo demás, esa amenaza de congelación del aporte de los grandes donantes también fue decisiva en la decisión de presionar al retiro de alguien que no era militante como el senador Bernie Sanders, cuando desafió a Hillary Clinton el 2016 y al propio BIden el 2020, pero que a cambio obtuvo que varias de sus propuestas se transformaran en plataforma oficial demócrata, y en el último caso, en política de gobierno.
Lo que se ha presenciado no habla bien del momento, lo que llamo la latino americanización de su política, polarizada e incapaz de lograr acuerdos, con el poder subyugando a los principios.
En lo concreto, ¿quién gana y quién pierde con la renuncia? Por un lado, todo beneficia a Trump, pero también todo aconseja prudencia mientras no sepamos quién será proclamada/o por la Convención de agosto. Por ahora, son solo suposiciones, mientras no sepamos quién le va a competir en la elección, básico para saber, por ejemplo, si un tercer candidato puede perjudicar y cuánto al o la demócrata, por ejemplo, Kennedy.
Es el sistema de Colegio Electoral, tan difícil de entender fuera de EE.UU. lo que impide proyectar mecánicamente lo que ha ocurrido, ya que hoy, las alternativas incluyen desde una recuperación de los demócratas, si consiguieran que al igual que la última elección para el congreso del 2022, donde habían pronósticos halagüeños para los republicanos que no se concretaron, ya que hubo un inesperado aumento del voto demócrata, sobre todo, el suburbano de mujeres que llegaron masivamente a votar por los demócratas por el tema del aborto. Trump, cuenta ahora con ventaja, pero el resultado puede ir desde un triunfo estrecho a uno donde arrasen, sumando no solo la presidencial, sino también ambas cámaras del Congreso y la mayoría de las gobernaciones y gobiernos locales.
Trump cuenta ahora con ventaja, pero el resultado puede ir desde un triunfo estrecho a uno donde arrase (REUTERS/Tom Brenner)
Además, últimas elecciones en otros países muestran que ha habido cambios donde han sido las mujeres más que los hombres los que votan a la izquierda, y en los jóvenes, donde más votan a los conservadores como símbolo de rebeldía que lo que ocurría en el pasado. Y no se sabe, si ello también podría pasar en Estados Unidos.
Se aconseja prudencia, ya que cuando todo ha cambiado, solo hay seguridad de la molestia de Biden, quien siempre repetía en su partido lo mismo que aparecía en muchas encuestas, que, aunque perdía con Trump, todos los otros posibles candidatos como los gobernadores de California o de Michigan y también la vicepresidenta Harris, obtenían aún menos votos al menos hace una semana, aunque, por cierto, tienen apoyo entre los votantes demócratas, ya que 60% de ellos pensaban que Kamala Harris era buena candidata.
Y todo ha cambiado, ya que ahora con la renuncia a su candidatura del presidente Biden no sólo pueden haber cambiado las respuestas, sino que también cambiaron las preguntas, ya que en sociedades tan líquidas como las actuales, las encuestas han encadenado muchos fracasos en sus pronósticos, por lo que mientras los demócratas no resuelvan definitivamente su problema interno, los resultados que muestren los sondeos pueden ser tentativos y cambiantes.
Por ahora, se necesita primero que todo superar desconfianzas que parten por el propio Biden, quien alguna vez se quejó que se sentía ofendido, ya que cuando compitieron como candidatos con Harris, esta lo criticó acusándolo que había tenido posiciones racistas como senador en los 60s y 70s, aunque después la invitó a ser su vicepresidente, y ella ha dicho a gente de su equipo, que cuando la nombró zarina del tema inmigratorio, lo que hizo fue entregarle un “regalo envenenado”.
Ahora, indudablemente Biden debe sentir que amigos de toda la vida como Nancy Pelosi y Barack Obama le fallaron, sobre todo, el último, de quien fue un leal escudero durante ocho años, y de quererlo, con la caja de resonancia que es la Casa Blanca, poco le costaría poner el foco en cualesquiera de ellos.
Pero, probablemente nada de ello va a ocurrir, ya que el temor al regreso de Trump se sobrepone a cualquier otra consideración, sobre todo, para alguien como Joe Biden cuya principal preocupación ahora debe ser su legado, ya que a él se le aplica una frase que Suetonio le atribuye a Julio César cuando cruza el Rubicón camino a Roma, “Alea iacta est”, es decir, la suerte (ya) está echada.
@israelzipper
PhD en Ciencia Política (Essex), Licenciado en Derecho (Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)
Fuente Infobae