Política

“Es la economía bimonetaria, estúpido”: la carta de Cristina Kirchner con una durísima crítica al gobierno de Javier Milei

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La ex presidenta Cristina Kirchner publicó esta mañana una carta de 8 páginas, titulada “Es la economía bimonetaria, estúpido”, en la que analiza la realidad de la Argentina y cuestiona de forma contundente las políticas implementadas por el gobierno nacional que encabeza Javier Milei.

El texto comienza con la cita de unas palabras de John Adams, ex presidente de los Estados Unidos: “Hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación. Una es la espada, la otra es la deuda”. A partir de ese concepto, la ex mandataria señala la falta de dólares como el problema principal que afecta la economía del país y señala las contradicciones entre las promesas que el actual Jefe de Estado realizó durante la campaña electoral y las medidas que finalmente implementó:

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“Una vez más y como siempre, la realidad se impone sobre las teorías extravagantes, los discursos incendiarios y las frases marketineras”.

Milei, el ultra libertario que en campaña prometía eliminar la intervención y el control del Estado sobre la vida de los argentinos hoy, en el gobierno, no sólo interviene y controla, sino que además decide tres de los cuatro precios fundamentales de la economía:

1) El precio del dólar, a través de la tablita de crawling-peg del 2% mensual

2) El precio del dinero, mediante la fijación de una tasa de interés de referencia ultra negativa

3) El precio del trabajo, al fijar tope para los acuerdos salariales

4) Sólo ha liberado el cuarto precio de la economía; el de los bienes y servicios, aunque con ciertas limitaciones: las tarifas de luz, gas y el transporte todavía conservan exiguos subsidios, en algunos segmentos de usuarios, y el Estado sigue sin contar con datos fehacientes sobre los costos reales de esos sectores.

“Si a esta forma de administrar los cuatro precios de la economía le sumamos el ajuste fiscal de Milei -que es inconsistente e insostenible porque lo logra a partir del no pago de deudas exigibles para la administración central y del retiro del Estado de las funciones imprescindibles para la subsistencia misma del país como Nación-, se produce un combo letal”, afirma Cristina Kirchner, que habla de “una tragedia inocultable” en la primera parte de su análisis.

“En el marco de una economía bimonetaria como es la Argentina, ha llevado a una caída brutal de la actividad económica y ha provocado que nuestro país sea hoy más caro en dólares que los países desarrollados del mundo. Esto convierte a la tasa de inflación del 3% o 4% mensual, que Milei y su inefable ministro de economía (Luis Caputo) quieren hacernos creer que es un éxito, en una verdadera tragedia social al producirse en el marco de una profunda recesión económica”, diagnostica la ex mandataria.

“Y como siempre sucede en Argentina, al ajuste le siguen los palos. Las imágenes de argentinos apaleados y gaseados -en esta oportunidad jubilados- no hacen más que confirmar la violencia que engendran ideologías donde los ciudadanos solo son una variable de ajuste. Todo se ha puesto muy feo. Todo está muy mal”, sentencia en otro tramo de la carta.

En las líneas siguientes, Cristina Kirchner apunta: “El gobierno no sólo ha abandonado en la práctica el discurso liberal de anti-intervencionismo estatal, sino que también ha dejado de lado la teoría monetarista que señala a la emisión monetaria como la única y exclusiva causa de la inflación”.

“En reiteradas oportunidades los funcionarios han señalado que no van a devaluar porque sube la inflación: ante estudiantes en la Universidad Católica Argentina “Caputo descartó un salto del dólar: ‘Devaluando lo único que se gana es que suba la inflación’” (Infobae. 21 de agosto, 2024). O sea: la inflación en nuestro país está atada al movimiento del dólar . Bienvenidos a la Argentina. Estas no son las únicas novedades del país en el que suelen morir todas las teorías”, analiza con un dejo de acidez.

“Desde hace un tiempo las calificadoras extranjeras, las agencias vinculadas a las finanzas y hasta algunos economistas vernáculos, han comenzado a explicitar públicamente una creciente inquietud acerca de la capacidad de pago de la Argentina respecto de su deuda soberana. No se trata de teorías o interpretaciones económicas, simplemente de sumar y restar frente a la curva de los vencimientos en moneda extranjera que debe afrontar nuestro país. “A los mercados no les inquieta el frente fiscal, sino los problemas del Gobierno para juntar dólares”, cita un artículo de Infobae del 25 de agosto.

“Milei, el ex libertario”

En otra parte de su escrito, la referente opositora vuelve considera que “es necesario abordar el verdadero problema de la economía argentina desde el rigor que impone la experiencia concreta frente a cualquier ejercicio teórico. Hoy la Argentina no tiene los dólares para pagar la deuda y los mercados lo saben”.

“Esa misma escasez de dólares fue la que impidió llevar a cabo la dolarización que Milei imaginaba como plan de estabilización para cristalizar la formidable transferencia de ingresos a los sectores más concentrados de la economía producida después de la brutal devaluación y el ajuste fiscal. Curiosa paradoja de quien se cree líder amado y admirado a nivel global, pero al que nadie le presta un dólar. A esta altura de la soirée casi, casi que tenemos que hablar de Milei, el ex libertario”, agrega con una fuerte carga de ironía.

“Es la economía bimonetaria, estúpido”

La segunda parte del texto profundiza sobre el cepo, la escasez de dólares y su impacto en la realidad: “Sería conveniente que, en términos de política económica, nuestros economistas encuentren una definición más rigurosa sobre la regulación para la adquisición de dólares en el Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) que la de ‘cepo’”.

“Esa etiqueta -recuerda-fue utilizada para estigmatizar la medida que tuvimos que adoptar en el año 2012, después de una fuerte corrida cambiaria durante el año 2011 (año de elección presidencial), que significó la caída de nuestras reservas con la clara intención de provocar una devaluación del tipo de cambio que, de haberlo logrado, hubiera significado una enorme transferencia de ingresos a favor de los sectores que están dolarizados. Lo curioso de aquella corrida impulsada desde el sector financiero, es que se produjo en el marco de una economía que, después de la crisis global de Lehman Brothers (2008-2009) crecía en forma sostenida y en un escenario de certidumbre política, traducida en el triunfo en primera vuelta por 55% de los votos. Quedó así al descubierto que los discursos del mainstream, acerca de la necesidad de certidumbre y estabilidad política y económica son solo eso, discursos”.

Luego hace un repaso histórico en el que recuerda que “desde 1972 se calcula que Argentina atravesó 54 corridas cambiarias”, que fueron recurrentes en los últimos 40 años y “e interrumpieron temporalmente durante gran parte de la convertibilidad y la presidencia de Néstor Kirchner”.

Sin embargo, apunta que bajo su administración volvió a sufrir la misma problemática: “Durante mis dos mandatos enfrenté corridas cambiarias de una persistencia similar a la del alfonsinismo, mayor a las del menemismo, y únicamente superada por la del gobierno de la Alianza”.

La administración de Mauricio Macri también está incluida en el análisis: “Fue ‘market-friendly’, pero tampoco se salvó de las corridas cambiarias. Por el contrario, no sólo tuvo una fuerte salida de capitales sino que debió reinstalar el ‘cepo’ que tanto había criticado y que había levantado en 2016 con bombos y platillos y gracias a un feroz endeudamiento externo”.

En la misma sintonía, destaca que “dicha regulación (cepo) no pudo ser eliminada hasta el día de la fecha y continúa con el tope de 200 dólares. Y eso que pasaron macristas, peronistas y ahora hasta libertarios, todo bajo el estricto control del FMI. Esto no significa santificar el “cepo”, sino entender a partir de la experiencia y no desde la teoría, el funcionamiento de la economía en la Argentina frente a la cuestión del dólar. Es que, como dice el título de este capítulo, es la economía bimonetaria, estúpido. Una economía donde la moneda que emitimos como Estado sólo es utilizada para transacciones cotidianas (y no para todas. Ej: compra de inmuebles). Para las otras dos funciones que tiene cualquier moneda, que son las de unidad de valor y de reserva o ahorro, los argentinos utilizan el dólar”.

Mauricio Macri y Cristina Kirchner, cara a cara en el Congreso, en la última postal juntos que refleja la tensión que siempre marcó el vínculo entre ambos (Foto: Reuters / Agustin Marcarian)Mauricio Macri y Cristina Kirchner, cara a cara en el Congreso, en la última postal juntos que refleja la tensión que siempre marcó el vínculo entre ambos (Foto: Reuters / Agustin Marcarian)

Este fenómeno sucede únicamente en la Argentina. La utilización de dos monedas, de las cuales la que no emitimos es precisamente la más requerida para atesorar legal o ilegalmente, sustrayéndola del circuito de funcionamiento de la economía y formando activos en el exterior o, en menor medida, guardándolos “en el colchón”. Esa misma moneda es, además, la única que se puede utilizar para pagar las importaciones que el país necesita para producir, generar riqueza y trabajo bien remunerado. Esta situación permite explicar las dificultades de la macroeconomía argentina; aún en gestiones de gobierno que han llevado a cabo una sustancial reducción de la deuda en dólares, como fue el caso de las desarrolladas en el período 2003-2015″, resume ya en la segunda parte del escrito .

A todo ese combo le suma “el endeudamiento geométrico en dólares producido durante el gobierno de Macri” que generó obligaciones “incumplibles”. En ese contexto, considera, “no hace falta explicar más nada. Aunque, ya se sabe, la Argentina es ese extraño lugar en donde hasta lo obvio debe ser explicado”.

Para Cristina Kirchner, la experiencia que fue el macrismo con su endeudamiento en dólares “la estamos pagando demasiado caro y sus consecuencias seguirán siendo sufridas por varias generaciones más”.

“El peronismo se torció, el peronismo se desordenó”

El capítulo siguiente pone la lupa sobre el PJ y repasa los errores que ha venido cometiendo en los últimos años: “El peronismo se torció cuando olvidó que los muertos no pagan las deudas y convalidó el préstamo multimillonario e irregular que el FMI, violando su propia normativa interna, había otorgado al gobierno de Mauricio Macri para que ganara las elecciones. (Se torció) Cuando por primera vez en un gobierno peronista los trabajadores registrados no llegaron a cubrir la canasta básica total (CBT). O sea: el peronismo con trabajadores registrados pobres. Cuando mal administró las divisas obtenidas por superávits comerciales excepcionales”.

A esa enumeración crítica le sumó una reflexión durísima sobre la administración de Alberto Fernández, aunque evita mencionar su nombre: “A a pesar de haber atravesado la pandemia con una correcta gestión sanitaria que evitó las imágenes de falta de atención médica o respiradores, cementerios creados para los fallecidos de Covid o, como vimos en New York, camiones frigoríficos para trasladar los cadáveres; se anuló la palabra presidencial por la aparición de un documento fotográfico donde se comprobaba la violación de las normas de aislamiento por parte de quien las había firmado”. Por supuesto, la referencia final es sobre la fiesta de Olivos.

La imágenes de la recordada "fiesta de Olivos" en pleno aislamiento por el Covd-19, que marcó un antes y después en la gestión del gobierno de Alberto FernándezLa imágenes de la recordada “fiesta de Olivos” en pleno aislamiento por el Covd-19, que marcó un antes y después en la gestión del gobierno de Alberto Fernández

Además, Cristina Kirchner cuestionó el rol del peronismo en otros aspectos, por lo que algunas reflexiones podrían ser interpretadas también como una autocrítica: “No advirtió la modificación de las relaciones laborales de la población económicamente activa, donde los trabajadores registrados en la actividad privada no sólo son minoría, sino que además, sólo el 40% de ellos está sindicalizado. La consecuencia objetiva es que las representaciones sindicales características del siglo XX y fundantes del peronismo, ya no son la expresión mayoritaria de los trabajadores”.

“El peronismo se desordenó cuando no avanzó sobre el viejo modelo de Estado omnipresente que derivó en ineficiencia e ineficacia (…) que es observada por el resto de la sociedad no sólo con mirada crítica por la falta de resultados o de calidad de los servicios en la vida cotidiana, sino porque se termina viendo el empleo estatal como un privilegio frente al resto y, por lo tanto, un ‘gasto innecesario’ que debe ser suprimido”.

El análisis crítico del PJ también incluyó que “no planteó la revisión y reforma profunda de la educación pública; no impulsó la reversión del déficit fiscal a través de la reducción del gasto tributario existente por eximiciones, exenciones o promociones a sectores concentrados de la economía, ni (activó) una reforma tributaria que no sólo simplificara la administración impositiva, sino que permitiera construir un sistema más racional y equitativo”.

En uno de los párrafos finales lamenta que el peronismo “no supo o no pudo superar el consignismo de la desigualdad social por un lado y el gatillo fácil por el otro para abordar un plan de seguridad de carácter integral, en donde además se aborde el problema cada vez más creciente del avance narco en las barriadas populares como consecuencia del retiro del Estado y la porosidad de las fuerzas de seguridad”.

Otra reflexión interesante apunta a la falta de adaptación a la era de internet y las redes sociales: “(El peronismo) no reparó en las profundas modificaciones surgidas en el campo de la comunicación social por el avance de la tecnología”.

“Hay que poder enderezar las experiencias y ordenar las nuevas demandas para poder alinear pensamiento, palabra y acción: una trilogía indispensable a la hora de formular propuesta y estrategia que permitan organizar una fuerza política que vuelva a representar mayoritariamente, para pasar de ser oposición a alternativa de gobierno”, concluye el texto.

Fuente: Infobae

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