Salud

Cómo potenciar la memoria

cerebro

a memoria es una función de nuestra psicología que se encarga de almacenar hechos y vivencias, que nos permite clasificarlas y recuperarlas. En ella intervienen múltiples procesos que van desde la percepción a la atención, el pensamiento, la inteligencia, la afectividad y un cierto etcétera. No se la puede comprender como algo unitario, pues en su interior interactúan muchos elementos. Es una herramienta mental que está muy relacionada con la forma en que nosotros procesamos la información. Es la capacidad para recordar. Actualizar el pasado en el presente. Su soporte anatómico se halla en el hipocampo, que se le conoce como «caballito de mar», pues tiene una forma similar a la de este pez. Enumeremos los diferentes tipos de memorias:

–Memoria a corto, a medio y a largo plazo: hay una memoria inmediata que nos trae la realidad más cercana vivida, se la llama anterógrada. Otra trabaja en tiempos algo más lejanos. Y la del largo plazo se llama retrógrada y su capacidad es mucho más amplia.

–Memoria visual: es aquella que retiene de forma especial hechos que entran por los ojos. Lo decimos en el lenguaje coloquial, «no se me olvida aquella cara».

–Ecoica: se centra en palabras, frases, expresiones acompañadas de experiencias emocionales de cierta intensidad. Retiene información auditiva. Su duración suele ser mayor que la de otros sentidos.

–Olfativa: esta la vemos en los sumilleres, que como exploradores del vino son capaces de captar sus matices moviendo solo la copa y aproximando la nariz para captar sus características. Muchas veces un perfume nos trae a colación la persona que suele usarlo.

–Gustativa: está especialmente desarrollada en los profesionales de la gastronomía y por supuesto en los enólogos, que saben distinguir las diferentes uvas; es un verdadero arte.

–Haptica: es cutánea y registra las sensaciones de la piel y sus distintos componentes.

–Icónica: es breve y se queda con la ráfaga de una vivencia. Es la capacidad de recordar detalles pequeños en unos segundos. Llega con la memoria visual.

–Explícita e implícita: la primera es la que recuerda algo muy concreto que ocurrió hace tiempo. La segunda, está relacionada con habilidades diversas que guardan esa información y pronto se pone en marcha. Por ejemplo, jugar al pádel, tocar las teclas de un piano, saber trabajar en el ordenador, jugar al golf, etc.

–Autobiográfica: se refiere a hechos de la vida personal. Si es positiva tiene mucha gratificación. Si es de traumas o vivencias dolorosas, es fundamental luchar por olvidarla y expulsarla de nuestros archivos memorísticos. Dice el Nobel de Medicina Susumu Tonegawa que podemos aprender a soltar experiencias afectivas duras si conocemos nuestra forma de ser.

–Emocional: se refiere a cuestiones sentimentales y es importante saberla gobernar, pues el mundo de la afectividad es casi un mar sin orillas y puede jugarnos malas pasadas sino lo hacemos bien, como sucede al rememorar un episodio depresivo, una crisis de pánico, un desencuentro con la pareja, etc.

–Asociativa: combina unos recuerdos con otros y mezcla imágenes del pasado entrecruzadas con vivencias más próximas en el tiempo o en contenido.

–Adictiva: se asocia a situaciones placenteras en donde uno pierde un poco el control de su conducta. Y se puede referir al consumo ciertas sustancias gratificantes, de las que es difícil librarse, porque producen dependencia. Y esto puede ir desde la marihuana a la cocaína o la heroína, pasando por el alcohol en sus distintas modalidades o la pornografía.

Pero ¿cómo se puede fomentar la memoria? Hay que tener en cuenta que esta herramienta psicológica es como un músculo, que si se la trabaja y se la cultiva, va a más, crece y se hace más sólida. Por el contrario, si una persona se dedica en exceso a las distintas modalidades de pantallas y no toma nota de nada, todo ese caudal informativo se diluye ante el bombardeo de cosas que llegan habitualmente a una persona y nada se retiene. Enumero unos ejercicios que son positivos para conseguir tener más memoria:

1. Cuidar el sueño de la noche. Se ha demostrado científicamente que el insomnio en sus distintas modalidades (dificultad para conciliarlo, sueño intermitente, despertad precoz, contenidos oníricos ansiosos o sueño no reparador) afecta al hipocampo, que es muy sensible a las alteraciones del ritmo sueño-vigilia.

2. Tener una alimentación saludable. Tomar verduras, frutas, proteínas, omega-3; evitar el exceso de azúcares o grasas animales en exceso o ultraprocesados. El alcohol es negativo sobre todo el destilado, que es de alta graduación. La cerveza y el vino si se beben con moderación, no son negativos. Y la hidratación: beber agua, según la masa corporal.

3. Hacer ejercicio físico de forma regular. Está demostrado que esta actividad mejora el flujo sanguíneo y libera la BDNF (Factor neurotrófico derivado del cerebro) que mejora las llamadas funciones cognitivas (percepción, atención, pensamiento, conciencia, afectividad, etc.). Podríamos decir que es como un fertilizante del cerebro.

4. Fomentar el hábito de tomar nota de cosas interesantes para uno. Esta sugerencia tiene un largo alcance. Oigo a menudo en gente de mediana edad la frase «yo es que no tengo memoria o la estoy perdiendo». Esas personas no están acostumbradas a apuntar casi nada y en consecuencia, una charla, una conferencia, una frase sugerente, el nombre de personas con las que tiene una cierta relación… pasan de largo y no queda nada en la mente. Se trata de anotarlo en una agenda y no en un papel suelto que luego se pierde. Escribir a mano activa más áreas cerebrales que hacerlo en el ordenador.

5. Fomentar la lectura. La lectura es a la memoria lo que el ejercicio físico al cuerpo. La lectura te vuelve aristócrata, culto. Y ese ejercicio tiene un fondo ascético (de renuncia a otras actividades que casi no exigen esfuerzo). Un buen libro, poner atención en el texto y subrayar lo interesante de una buena novela, un ensayo… o de la poesía, que hoy vive en las catacumbas. Leer en voz alta, aprender cosas nuevas, modificar nuestras rutinas. El binomio lectura-música clásica es imbatible. Y saber tener reglas nemotécnicas.

Y 6. Frenar todo lo que son las pantallas. Hoy en día es un verdadero reto. Empezando por el móvil, las redes sociales, la televisión, etc. Todo eso produce un fuego graneado que lleva a la dispersión: estar en casi todo y no estar en casi nada. Así viene el famoso TDH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad): la atención está dispersa, desparramada; esta hiperestimulación activa el cortisol, la hormona del estrés que frena la retención en el depósito de la memoria. Todo estrés de cierta permanencia, afecta al buen uso de esta herramienta.

Todas estas tareas estimulan la neuroplasticidad, que es un proceso del sistema nervioso que promueve la formación de nuevas células y potencia y genera conexiones cerebrales. Tener buena memoria es una tarea de artesanía psicológica y de gran disciplina.

Fuente: ABC News

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