El hambre emocional ocurre cuando, en determinados estados emocionales, sentimos antojo o deseo de comer ciertos alimentos. Esto tiene una explicación fisiológica, ya que, los alimentos ricos en azúcares y grasas activan nuestro circuito cerebral de recompensa que aumenta el bienestar.
Como nuestro cerebro siempre va a querer más de aquello que le causa placer, con frecuencia se puede ver que, en la población, esta conducta se torna un hábito.
Cada vez más personas aumentan de peso por usar ciertas comidas como “alivio” frente a determinados cuadros emocionales. Ya que, generalmente, se eligen alimentos hipercalóricos (chocolates, dulces, golosinas, snacks, entre otros), debido a que no se trata de un hambre fisiológico sino emocional.
Las diferencias entre ambos tipos de hambre, son:
Causas
Diversos factores emocionales negativos pueden ser “gatillos” para comer más, sin necesidad fisiológica, como ansiedad, estrés, soledad. Aunque también puede ser una respuesta a emociones positivas como la alegría, la diversión y el enamoramiento y a otras situaciones como la etapa premenstrual, el insomnio o el cansancio.
Consecuencias
- Esta conducta genera culpa por no haberse podido controlar y comer en exceso
- Aumenta el riesgo de volverse un círculo vicioso
- Sobrepeso, obesidad, diabetes, aumento de colesterol y triglicéridos, entre otros
Cómo evitar
Para evitar comer según las emociones y que esto se convierta en un hábito, o bien, para dejar de tener este comportamiento, si es que ya se estableció, es importante:
Si necesitas de ayuda profesional, acudí a un nutricionista matriculado que pueda asesorarte.
Lic. Ari Gimenez Coll – Nutricionista M. P. 111
Atención online y presencial – Turnos y consultas al 364-4305814